El Camino Real del Puerto de la Mesa

 

Datos técnicos

Categoría: Rutas en Asturias

Tipo: Senderos de gran recorrido

 

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Descripción

Entre otras muchas cosas, la venida de los romanos supuso la ruptura en gran medida del aislamiento de los pueblos montañeses, pues, como afirma Francisco Diego, todos los pasos naturales de la cordillera Cantábrica, de sur a norte y de este a oeste, cobraron vida después de la conquista.

Aquellos extranjeros no se conformaron con emplear los pasos de comunicación natural entre las montañas heredados de los autóctonos, sino que abrieron vías o calzadas por encima de los cordales, como el Camino Real del Puerto de la Mesa, establecido para comunicar el centro de Asturias, Lugo de Llanera (Lucus Asturum), con la ciudad leonesa de Astorga (Asturica Augusta), enmarcándose así en la llamada «Ruta de la Plata».

Su importancia para atravesar la cordillera Cantábrica fue tal que en sus inmediaciones se libraron destacables batallas durante la Reconquista; viajeros y mercancías transitaron habitualmente por esta calzada hasta finales del siglo XVIII.

Entre el pueblo leonés de Torrestío y Dolía, en Belmonte, el itinerario es de carácter peatonal y constituye una de las rutas montañeras más conocidas de la región; el trazado asturiano está señalizado con mojones de piedra.

En Somiedo, el Camino discurre por los cordales del límite oriental del concejo y atraviesa el alto de San Lorenzo.

Por ello, una de las excursiones habituales es la travesía Torrestío-San Lorenzo, en la que se invierten unas seis horas; en este tramo es posible observar varias brañas con cabanas y corros, así como recorrer parte del empedrado de la primitiva calzada.

El otro tramo somedano del Camino, entre el alto de San Lorenzo y las laderas del Monegro, se realiza en unas dos horas, y desde allí se puede optar por el retorno o por la bajada al pueblo de Bustariega, uno de los más bellos y menos conocidos de Somiedo.

Varios autores se han ocupado de la Calzada Romana de La Mesa.

Uno de ellos, el prestigioso medievalista Claudio Sánchez Albornoz, natural de Madrid y vinculado a Asturias por varias de sus obras, se refiere a ella en Orígenes de la Nación Española, t. II. El Reino de Asturias:

«Sutiles los romanos en el conocimiento del terreno acabaron encontrando la ruta que buscaban.

Existía la posibilidad de cruzar toda Asturias sin descender a los profundos hoyos preñados de amenazas.

Había una trocha segura para atravesar la peligrosa tierra astur, dominando el país a derecha e izquierda de la senda.

Desde el Puerto de La Mesa podía caminarse hasta Grado por las cimas de una serie enlazada, primero de altísimas montañas, después de erguidos cerros y a la postre de más suaves colinas.

Desde los rientes valles de San Emiliano, Torre Barrio y San Bartuelo se asciende sin esfuerzo por las anchas praderías del Puerto de la Mesa hasta la divisoria de Asturias y las Babias, y en seguida es fácil caminar como se quiera: a pie, en carro o a caballo, deprisa y sin fatiga por las cumbres del cordal a que da nombre el puerto ya indicado.

Con la plena seguridad que da la sensación constante de la total ausencia de peligros se avanza por las cimas contemplando la pavorosa garganta de Saliencia hacia la izquierda; después el espléndido hoyo de Teverga a la derecha y luego el maravilloso y todavía angosto valle en que se ensancha poco a poco la hoz nombrada de Saliencia.

Se cruzan en seguida montes de gigantescas escobas y piornos que cubren a veces a cabalgaduras y jinetes, y las peñas que preceden a las frescas praderías que preside, erguida, Piedra Jueves; queda más tarde, a la derecha e izquierda del camino, los valles de Taja y de Carzana, oscurecidos por bosques de castaños centenarios y cerrados por la peña blanquísima de Sobia; más allá se atraviesa la llamada de Vicentauro y la suave depresión de Tolinas, y así millas y millas, siempre por los lugares más seguros, en todo momento señores del país que se atraviesa, tropezando con brañas de pastores y gozando del aire delgado, del sol brillante y de la brisa de las cumbres».

«Bastaría con esta Descripción de la ruta de la Mesa y de la comprobada existencia de un camino ancho y fácil por las cimas de los montes, desde los puertos de las Babias hasta el ombligo de la bellísima Asturias, hasta Grado, para que fuese preciso concluir que se trataba de una vía romana.

Camino militar de penetración en tierras asturianas no es posible suponerlo construido por los astures en los días de sus luchas con Roma, o con los godos o en tiempos de Pelayo para abrir al enemigo las puertas de su casa.

Hubo de ser trazado por un conquistador de la Asturias transmontana para facilitar el acceso a ella de sus tropas.

La comprobada existencia de la vía en la centuria octava, cuando en una hora difícil de sus postrimerías resultó derrotado Abd-al-Malik ibn Mugait por los astures, excluye además, de manera segura, toda posible sospecha de que pudiera tratarse de una calzada abierta en la Edad Media, no importa en qué momento».

Recientemente, Celso Peyroux, cronista oficial de Teverga y miembro correspondiente de Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), ha escrito sobre el particular:

La Calzada Romana de La Mesa, más comúnmente conocida por El Camín Real, es una vía de comunicación que, desde los tiempos del emperador romano Augusto hasta principios del s.

XIX, unía la Meseta castellana desde la villa de San Emiliano, capital de la Babia baja (León), hasta la Cabruñana y Grado, con un ramal que se desviaba hasta Teverga y otro a Tameza, desde cuya encrucijada tomaba la dirección de la costa, bifurcándose más tarde en dos: uno hacia San Esteban de Pravia y otro hacia Noega, la actual Gijón.

La calzada, bien delimitada durante todo su recorrido, notablemente desde los trabajos llevados a cabo hace unos nueve años, a lo largo de todo el itinerario, deja de serlo a partir del pueblo de Dolía, en el concejo de Belmonte de Miranda, donde se ha aprovechado para trazar sobre ella una carretera asfaltada.

La Calzada Romana tiene una longitud aproximada de unos 45 km —entre los pueblos de Torrestío de Babia, en tierras del antiguo reino de León, y Dolía de Belmonte de Miranda, en el Principado de Asturias— que, de forma accidental, divide en dos partes la nueva carretera construida en el último lustro entre Teverga y Somiedo uniendo a los pueblos de Orderías y Villanueva de Valdecarzana por el alto del Puerto de San Lorenzo.

Trazada por los romanos —según los historiadores, aunque otras hipótesis consideran que podrían remontarse a épocas prehistóricas, realizando sólo los romanos obras de mejoramiento para poder utilizarla como una vía de invasión militar— toma la dirección Norte-Sur con un suave desnivel desde el puerto de La Mesa, su cota más alta, que se aproxima a los 1.800 m de altitud, hasta los 350 m que alcanza su parte final.

Al tratarse de una ruta cimera —construida con gran habilidad para evitar el descenso a los profundos valles, por laderas angostas, que imposibilitarían el tráfico rodado de carros y diligencias— las panorámicas que se abren a ambos lados de la calzada son de una gran belleza.

Recoge a su paso este camino de herrería que recorre los municipios de San Emiliano, Somiedo, Teverga, Miranda y Grado varias singularidades sobre la identidad de la Asturias recóndita, donde aún permanecen —a través de los tiempos— vestigios étnicos, históricos, culturales y humanos dignos de rescatar, conservar y difundir.

Animales en libertad, plantas y flores silvestres.

Unos 30 km de su recorrido están comprendidos en la Reserva Nacional de Caza y Parque Natural de Somiedo, que es tanto como decir que toda la zona está poblada por una fauna autóctona rica que se guarda en sus valles, pastizales y peñas, donde crecen multitud de plantas y flores que alegran la vista y perfuman el aire.

Es fácil, desde el comienzo, contemplar el vuelo plácido de la cigüeña por tierras leonesas y, una vez en La Mesa, hacer lo propio con los círculos que trazan en el cielo buitres, águilas, milanos y sobre todo el alimoche, conocido por la «zapiquera».

Un vuelo de perdices puede, en cualquier momento, cruzar la Calzada y perderse valle abajo a velocidad vertiginosa, con el característico ruido de su aleteo.

Aunque se encuentre en los hayedos, a ambos lados de la senda, más difícil le será al viajero ver y escuchar el abanico multicolor del urogallo y su requiebro amoroso en las madrugadas del mes de mayo.

Los animales silvestres cruzan los dos flancos de las laderas, en cualquier dirección y en cualquier momento, notablemente con las primeras luces del alba y en el anochecer.

Con un poco de paciencia podrá observar corzos y venados, sobre todo en sus «berreas», momento del celo, en los meses de junio y principios del otoño.

No resulta difícil verlos en Las Navariegas, Fonfría y Piedraxueves.

En los lugares rocosos, Los Vígaros, Picos Albos y Peña Negra, puede verse, encaramada sobre los riscos, la grácil figura del rebeco.

A últimas horas de la tarde salen los jabalíes en busca de comida cruzando la calzada por diferentes lugares.

Son animales que realizan, al igual que los lobos, grandes recorridos en sus salidas nocturnas.

Por el día suelen «guarecer» en lugares solanos, entre los helechos, retamos o bajo los acebos.

El lobo es un animal frecuente en la zona, siendo muchos los desmanes que comete con la cabaña doméstica de los campesinos.

Es difícil verlo, pero no imposible.

Sus huellas se dejan mostrar en los alrededores de fuentes y manantiales, en la propia Calzada, en época de lluvia y sobre la nieve.

El oso, junto con el urogallo, el tejón y la nutria, son las reliquias faunísticas de todo el territorio de la Calzada.

De los más de 100 ejemplares de oso distribuidos por toda la zona: Las Navariegas, Fonfría, Pollares, Peña Negra de Torce, El Tronco, Las Molinas, Valle de Saliencia, Las Morteras, y bosques de Taxa, Tolinas y Montovo, apenas si quedan diez, lo que representa una cierta dificultad para que el viajero lo tenga al alcance de su objetivo fotográfico.

Bajando a los valles, abundan los zorros, ardillas, ginetas, hurones y aves pequeñas que van desde el torcaz al zorzal pasando por tordos, petirrojos, verderones y pinzones.

La fauna fluvial se limita a la trucha común, que se encuentra en los arroyos de Somoza y de Saliencia y en los lagos de Camayor.

Caza y pesca están terminantemente prohibidas y para acceder a algún permiso, el viajero deberá informarse y acogerse a las normativas dictadas por la Consejería de Medio Ambiente y por las medidas de Uso y Gestión del Parque Natural de Somiedo.

En cuanto a la flora, concretamente flores y plantas, varían, toda vez que la altitud ejerce una gran influencia.

Toda ella hay que incluirla dentro del paisaje vegetal asturiano, con sus correspondientes conjuntos de comunidades geobotánicas, incluidas sus especies en la flora del pirineo— - cantábrico, Europa central y mediterránea de montaña.

En todas las laderas sobresalen las retamas, el brezo, el piorno y el gromo.

Referente al arbolado, es de señalar que apenas existen árboles a lo largo del itinerario, notablemente en la primera parte de su recorrido.

En las zonas boscosas de los valles se encuentra hayas, abedules, arces y robles, principalmente.

Dirección

Dirección postal: 33840 Pola de Somiedo. Somiedo.

Dirección digital: 8CMP8WW7+WH

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Referencia

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